Tal y como me indicó Shana-san llegué a las habitaciones, llegue a un pasillo que no tenía ninguna habitación apropiada y en la que tenía el número 64 escribí mi nombre, además de su correspondiente kanji, me tomé la libertad de escribir en la habitación 65 el nombre de Nokus-san, para así tener las habitaciones próximas. Supongo que no pasaría nada habiendo tan poca gente en un primer momento, además elegí ese pasillo vacío precisamente para que no hubiese ningun tipo de quejas. Entré en la habitación y dejé mi equipaje cerca de la cama. Ya habría tiempo de deshacer las maletas. Observé detenidamente la habitación y consideré si era apta o no para la próxima visita. Asentí con un ligero movimiento de cabeza y me dediqué a contemplar las vistas que ofrecía la inmensa ventana. Empujé ligeramente con mis dedos el cristal para probar su consistencia, aprobada. Inspeccioné tambien los muros y tabiques, enchufes y conexiones que pudiesen ofrecer un libre acceso a la habitación, toda precaución era poca... El que me viese quizá me podría tachar de maníaco, pero la verdad es que no. Siempre había sido despreocupado en ese sentido, con mi Zanshin* me bastaba para poder dormir, pero era mi misión el mandar un informe -y cuanto antes- a los altos rangos. El informe pronto estaría listo, y con él la llegada de otro alumno.
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*CFR: el Zanshin es un estado de alerta permanente de los samurais, que les hacía estar presentes solo en el ahora, por lo que podían defenderse hábilmente de ataques sorpresa.